Érase una vez un tiempo extraño que nos robó la libertad, un enemigo invisible se dedicó a aterrorizar a la población. Nadie sabía su procedencia, ni sus oscuras intenciones. Como era invisible,
daba más miedo porque teníamos que imaginar unos desconocidos y aterradores supuestos… ¡era el ‘coco’ de los años cincuenta!
Los medios de comunicación nos atiborraban de noticias hasta un empacho insoportable, eran capaces de inundar y confundir nuestros cerebros hasta perder el norte de nuestras vidas. Aun tomando todas las precauciones,
sabíamos que el virus estaba al acecho porque ya se encargaba la televisión de informarnos de los muertos, los positivos, las UCIS colapsadas, la curva… y la escasez de medios para defender a una población que ya intuía el Apocalipsis y escuchaba las trompetas del fin del mundo.
Creían que yo me iba a dedicar a componer por tener mucho tiempo libre… imposible, las ideas surgen dentro de un contexto motivador que enriquezca y promueva la sensibilidad, pero
de esa vorágine apabullante solamente podía surgir un plan de supervivencia donde predominase el sentido común.
Analicé mi edad y mi bagaje vital. Si me muero –pensé- no importa porque ya me va tocando,
creo que he hecho mis deberes y es posible que progrese adecuadamente. Así que… tranquilidad. Urdí un plan de vida individualizado:
- Salir todos los días a caminar
- Seleccionar los programas de tv: concursos, películas y programas musicales.
- Telefonear a personas positivas con las que pasar un rato agradable.
- Compartir ratos divertidos con mis amigos de Facebook.
- Cantar y bailar.
- Cinta para andar los días de lluvia.
- Comida sana y apetecible.
Así, si me pilla el enemigo invisible, me cogerá
bien alimentada, paseada, cantada, bailada y divertida, con un escudo antiestrés que reforzará mi sistema inmunológico.
¡Ah! También he comido ajos crudos, en cantidad, porque como el enemigo invisible es malvado, será de la familia de los vampiros que odian a los ajos y no se acercará… y creo que la gente tampoco,
no tendré que rogarles que guarden la distancia de seguridad, por la cuenta que les tiene me harán un cerco y huirán de mí, porque no seré una compañía agradable, de lo cual me alegro.
Lo único que falta es que las vacunas sean realmente efectivas, vuelva la vida a las calles de una forma inteligente y podamos darnos un abrazo… (prometo hacer un curso de
desintoxicación de los ajos).
¡Salud y suerte para todos!