Salvar la navidad y esas cosas

20/12/2020
A veces, me revienta dentro una especie de bilis al escuchar ciertas cosas que se caen por su propio peso, una de ellas es la archiconocida frase de "salvar la navidad", pero para salvarla tendremos que obedecer ciertas normas, que como siempre, son arbitrarias y carecen de argumento científico, pero ¡ay los expertos! Que también los hay para todo y para cada caso. 

La cuestión es que el gobierno de este país ha gastado una buena suma de euros en hacer un anuncio publicitario para decirnos cómo debemos celebrar estas fechas, y eso será bajo nuestra responsabilidad, porque si hay algo que saben hacer bien, los gobernantes, del color que sean y defiendan las ideologías que defiendan, es pedir responsabilidad a los ciudadanos cuando ellos son los más irresponsables y corruptos...

¿Salvar la navidad? Que conste que a mí estas fechas me parecen nada más que otra forma más del consumismo, pero, bueno, dirán ustedes, e incluso yo, la gente tiene que vivir y comer, y el negocio es el negocio, y las luces son las luces, y el consumo es el motor, y bla, bla, bla... También los "expertos" en todo dirán que lo que hago es demagogia barata, pues nada, será verdad porque lo dicen "los expertos de todo", porque está claro que aquí a expertos no nos gana nadie.

A fin de cuentas, no se trata de que salvemos la navidad, se trata de que salvemos a los que en esta crisis sanitaria se han quedado atrás, por mucho que los gobiernos digan que nadie se quedará fuera, pues a los hechos me remito, y como siempre digo que a las palabras hay que acompañarlas con hechos, ¿demagogia? Eso es lo que saben hacer los que gobiernan, además de mentir, y rapiñar lo que puedan, eso sí, siempre lo harán por el bien del pueblo, al mismo al que le están metiendo un dedo por el culo (perdón por lo soez de mi lenguaje), pero es que uno puede decir, vale, mejor no decir nada, mejor no hablar, total para qué si no se puede hacer nada, y eso me parece no solo patético sino que es una acto de total cobardía, propio de cobardes o de sumisos que no dicen ni hacen nada para cambiar las cosas e intentar hacer que sean mejor, pero claro, para ello, habría que eliminar a un montón de alimañas que pululan con total impunidad por los pasillos y despachos de los que manejan el país como si éste les perteneciera, vamos, los señoritos del cortijo que siguen, y seguirán, haciendo que seamos los de abajo los que comulguemos con ruedas de molino, pero sí, llamadme demagogo, que es mejor para justificar que no hacéis nada, o mejor llamadme negacionista de esta pantomima, o mejor llamadme irreverente por decir lo que pienso, y lo que veo tras una detenida observación de los hechos, de los desmanes, de las imposiciones, de las limitaciones de libertad, de las tonterías que se escuchan cada día en las televisiones privadas y públicas, entes que obedecen solo al amo, al gran amo de estos tiempos de pos verdad.

Sí, "salvemos la navidad" y pon un cagachín en tu portal de belén, y abre la puerta para cenar con el vecino de enfrente al que ni siquiera le hablas cuando te lo encuentras en la escalera, pero qué bello es hacer anuncios que intentan tocar la fibra, que quieren parecer emotivos, cuando a nada que se observe un poquito se puede ver que son solo plástico, superficiales, nada que decir, nada que sentir ante un anuncio con menos chicha que limoná.

Pues, eso, "salvemos la navidad" que ya llegará la cuesta de enero y todos, todos, todos, seremos culpables de que haya un de esas cosas que han dado en llamar "ola" y esta será la tercera o la cuarta, no lo sé, porque ya me pierdo con tanto despropósito, con tanta estulticia, con tanta norma arbitraria, con tanta estupidez y con tanta mentira...

En fin, este artículo es pura demagogia, barata, eso sí, y el que lo escribe saluda al César por los que van –vamos- a morir.

¡Salve, César, los que van a morir te saludan! 
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